El agua de los mares, de los ríos y de los lagos se evapora y se nos hace visible en forma de nubes y nieblas. Esto no impide que exista en la atmósfera gran cantidad de agua invisible que constituye la humedad del ambiente.
La humedad atmosférica induce a las plantas a adoptar medidas de adaptación orientadas, principalmente, a graduar la cantidad de agua que les conviene.
Las plantas de lugares muy húmedos poseen grandes hojas de piel fina para favorecer la transpiración, es decir, la eliminación de agua en forma de vapor. En cambio, las plantas propias de lugares secos recurren a los medios más curiosos con el fin de reducir al máximo la transpiración y conservar el agua absorbida. Las primeras se llaman higrófitas, es decir, plantas de humedad, y las segundas, xerófitas o plantas de sequedad.
Cuando el vapor de agua se condensa en pequeñas gotitas se forman las nubes. Si estas se mantienen al nivel del suelo se denominan nieblas y si lo hacen sobre los pantanos, lagos o mares, se les llama brumas. Las nieblas entorpecen la fecundación de las flores, ya que aglomeran los granos de polen, les añaden peso e impiden su transporte aéreo.
Al conjunto de fenómenos atmosféricos producidos por la humedad le denominamos precipitaciones. Los más importantes de estos fenómenos son la lluvia y la nieve. El agua constituye el factor que rige la vida de todos los seres. Véase el artículo titulado "la vida empezó en el agua".