jueves, 18 de septiembre de 2014

La arqueología y los arqueólogos

Antiguamente se relacionaba la arqueología con la historia del arte antiguo, que servía para recuperar obras de especial relevancia desde el punto de vista estético: estatuas, mosaicos, frescos, joyas, figuras de cerámica, piezas de vajilla realizadas con materiales preciosos...

El arqueólogo era considerado una persona con la mente orientada al pasado, un personaje fuera de su época. Pero la arqueología es una ciencia en evolución.

La arqueología y el arqueólogo

Hoy es diferente; para la mayoría el trabajo de los arqueólogos es útil para reconstruir la historia de un pasado lejano, incluso próximo (por ejemplo la arqueología medieval y la industrial).

No podemos tener contacto directo con el mundo antiguo, sino a través de los hallazgos o los testimonios literarios que nos han legado diferentes civilizaciones, muchas veces escritas por sus protagonistas, dejándonos ver sus ideologías y visiones del mundo.

La documentación arqueológica no es neutral. Conocemos los objetos de las clases acomodadas, infinitamente menos los de la clase pobre y prácticamente nada de los criados. De todos modos, a través de la combinación de fuentes literarias, arqueológicas y épicas, tenemos material suficiente para reconstruir de manera bastante fiable la historia antigua; sin olvidar que no es objetiva: escribimos de lo que no hemos visto, con lo que no hemos tenido experiencia y de lo que poseemos noticias escasas y subjetivas.


Ayúdanos a compartir esta entrada:
| Más

martes, 9 de septiembre de 2014

Bollitos de pan y pasas

Si hacemos los bollitos para 6 personas necesitamos 500 gramos de harina, 80 g de azúcar, 80 g de mantequilla, dos cucharadas soperas rasas de levadura, 20 cl. de leche, dos huevos, 10 cl. de nata, 50 g de uvas pasas, un frasco de mermelada (de fresas) y un poco de sal.

Batimos los huevos, los mezclamos con la leche y les añadimos sal. Aprovechamos para calentar el horno a 190º.

Bollitos de pan y pasas

En una ensaladera tamizamos la harina, el azúcar, la levadura y una pizca de sal (vamos a pasar los cuatro ingredientes por un colador y así tenemos una harina más fina que nos ayuda a conseguir postres más esponjosos porque se forman menos grumos). Después añadimos la mantequilla en porciones y trabajamos la pasta con los dedos hasta que quede granulosa.

A continuación hacemos un pozo en el centro, en el que vertemos una mezcla con leche, huevos y pasas (según medidas).

Trabajamos todo hasta que quede blando y lo vertimos sobre la mesa previamente enharinada. Amasamos y, con el rodillo, extendemos la masa dándole un espesor de 2 cm.

Recortamos la masa en discos de 6 cm de diámetro, más o menos, y los ponemos sobre una plancha para pastelería que antes hemos untado de mantequilla. Los horneamos durante 15 minutos.

Dejamos que se enfríen sobre la rejilla y los servimos para merendar, con nata y mermelada de fresas.


Ayúdanos a compartir esta entrada:
| Más

miércoles, 3 de septiembre de 2014

Dos pies para toda una vida

Los pies son la parte más "pisoteada" del cuerpo, van con nosotros desde que nacemos. Un cuerpo sano le debe mucho a sus pies. Nos cargan a lo largo del día por las calles, las escaleras, en el campo de deportes y a veces el único cuidado que reciben es una acometida quincenal a las obstinadas uñas.

Cerramos los pies en estrechos zapatos, haciéndoles pasar calor y frío en ocasiones; los hacemos sudar y no es extraño que se revelen con rozaduras, callos y juanetes en los ancianos.

Los pies del abuelo

Todo lo que necesitan nuestros pies es un poco de libertad. Si le damos a un niño unos zapatos mal diseñados y unos calcetines que transpiran poco, le habremos condenado a tener los pies deformes durante toda la vida. Si le añadimos durante los siguientes veinte años los zapatos de moda, ya habremos doblado el tamaño de los juanetes que tendrá de mayor.

La gente mayor y los diabéticos deben tener un cuidado especial con los pies. A ellos, estos problemas muchas veces no les causan dolor, y la cura se retrasa.

La gente mayor debe escoger cuidadosamente los zapatos. Si duelen, no son los adecuados. Para ello debemos probar los dos zapatos, tenernos de puntillas y mover los dedos. Debe quedar como mínimo 1 cm y medio entre el extremo de nuestro dedo más largo y el del zapato. Si los zapatos son duros podemos dilatarlos con un tensor.

Nos debemos cambiar los zapatos como mínimo una vez al día. Así, los pies no se sentirán prensados siempre por los mismos costados.

Debemos lavarnos los pies diariamente con agua caliente y secar bien los dedos. También es bueno que los espolvoreemos con polvos de talco, es muy relajante. Siempre que podamos es bueno andar descalzos por casa y por el campo.

Debemos consultar al médico siempre que tengamos algún problema de pies (los hay que requieren tratamiento). Las pieles duras en la planta del pie se pueden rascar, con cuidado.

Si empiezan a dolernos los pies mejor que visitemos a un pedicuro. Las verrugas, callos, juanetes y uñeros también se beneficiarán si los ponemos en manos de un especialista.


Ayúdanos a compartir esta entrada:
| Más