Muchas veces la culpable de que el peso en algunas personas fluctúe tanto es de una dieta desequilibrada y muy restrictiva. Son dietas que se basan en tomar muy pocas calorías durante un tiempo y no cambiar los malos hábitos alimentarios.
Cuándo comemos muy poco durante una temporada, nuestro cuerpo se acostumbra a funcionar con un nivel bajo de energía; pero si le proporcionamos en algún momento una cantidad abundante, reacciona y almacena todo lo que puede, (en forma de grasas) por si hay futuras épocas de escasez.
Y entonces volvemos a ganar peso rápidamente, incluso podemos ganar más del que perdimos. Entramos en un círculo vicioso, necesitamos urgentemente una dieta para perder quilos, más tarde los recuperamos y queremos volver a perderlos... y sigue, y sigue, y sigue... Este efecto rebote lleva a la obesidad. El metabolismo se vuelve ahorrador, intenta guardar para tiempos de penurias en los que no damos alimento a nuestro cuerpo.
Con todo esto de subir y bajar de peso el sistema cardiovascular también se resiente. No solo se recuperan los quilos perdidos, sino que cambian su distribución corporal y aumenta la tendencia a que se acumulen en la zona abdominal.
Todo esto nos lleva a la depresión y al desaliento. Nuestro estado de ánimo sufre ¿Por qué no somos capaces de perder quilos?
Lo mejor es perder quilos de manera lenta (2 o menos quilos al mes), para conseguir su consolidación y no volver a cogerlos. Y más: es preciso cambiar nuestros hábitos de alimentación para siempre. Haremos 5 comidas diarias, 3 comidas principales y 2 tentempiés a media mañana y a media tarde, controlando las raciones y haciendo las comidas siempre a las mismas horas.