Muchos zoólogos ven en el lobo el antecedente directo del perro y han considerado el más probable, entre las muchas razas de lobos, al lobo de la India, entre otras razones porque esta raza ladra y no aúlla.
Otros especialistas, teniendo en cuenta la gran variedad de razas caninas, suponen que varios tipos de lobos pueden haber participado en la formación de una raza. Sea como fuere, el hecho es que el perro aparece ya como asiduo acompañante de los cazadores magdalenienses y protoneolíticos, hace más de 10.000 años. Desde entonces éste animal fiel y buen amigo del hombre nos ha prestado grandes servicios.
Pero no todo son alabanzas para el perro. En muchos lugares, estos vuelven de nuevo a un estado semisalvaje, convirtiéndose en los llamados perros asilvestrados o cimarrones. Estos perros suelen reunirse en jaurías formadas por varios animales juntos que pueden atacar al ganado doméstico. La presencia de humanos no logra ahuyentarlos y se hallan expuesto a su ataque.
En la naturaleza puede darse también el cruce entre perro y loba, conocido como híbrido; es más difícil entre lobo y perra. Esto suele ocurrir en lugares donde la densidad de lobos es muy baja.
A veces la identificación de estos perros es difícil, pues se da un fenómeno de reabsorción genética y adquieren las características primitivas de los lobos. Pero existen las diferencias físicas, por ejemplo, la presencia en las patas traseras de uñas complementarias es un elemento exclusivo del perro doméstico, que jamás aparece en el lobo.
La expansión de los perros cimarrones se ve frenada por los lobos allí donde estos son abundantes. Un lobo no tolera que haya otro cazador en su zona, y aún menos si está en época de cría.