El beleño negro, también conocido como hierba loca en castellano, es una hierba que nace cada año, o cada dos, y que puede alcanzar los 80 cm de altura.
Esta planta, que está totalmente cubierta de un vello pegajoso, tiene una raíz gruesa y parduzca. El tallo es robusto, cilíndrico, verde grisáceo, recubierto de pelos largos, viscoso y ramoso en la parte de arriba.
Sus flores son blanco-amarillentas con venas violáceas. Nacen a un mismo lado en lo alto de las ramas y sin tallo que las sostenga, o es tan corto que no se aprecia. El cáliz, muy velloso a manera de pelusa, está dividido en cinco dientes. La planta hace un olor fétido vinoso, el sabor de sus hojas es amargo y acre.
Crece al pie de las casas viejas y abandonadas, entre los escombros, en la linde de los corrales, entre los estercoleros, en las tierras de labor, a los bordes de caminos y entre los setos.
A partir del mes de mayo y durante todo el verano la encontramos por toda la Península Ibérica, en el Norte de África y en la India Oriental.
Las propiedades terapéuticas del beleño negro se comparan con las de la belladona, aunque de efectos más atenuados. Se utiliza en la lucha contra el Parkinson, contra el hipo de larga duración, los vómitos del embarazo, contra el asma y contra el mareo. La acción narcótica del beleño negro se conoce desde la antigüedad; se empleó para paliar el dolor en los pacientes y en intervenciones quirúrgicas. A partir del Siglo XlX el cloroformo sustituyó al Beleño negro.
La intoxicación por beleño negro da los mismos síntomas que si fuera por belladona. Sequedad de boca, nauseas, vómitos, cólicos y efectos purgantes. Más tarde, visión borrosa, congestión en la cara y los objetos se hacen dobles; dilatación anormal de la pupila, respiración fatigosa, pulso acelerado, vértigo, alucinaciones, convulsiones... incluso el paciente entra en un coma profundo.
Sin embargo, el beleño negro ha gozado de fama por formar parte del ungüento que utilizaban las brujas para acudir a los aquelarres. Hoy se cree que los vuelos de las brujas solo estaban en sus mentes por los efectos del ungüento mágico a base de belladona, beleño negro y jugo de adormidera.
Fumado, el beleño negro, produce cierto bienestar y excita la imaginación. No es de extrañar que en otras épocas el hombre lo utilizara para entender ciertas preguntas que ni la religión, ni la ciencia, podían entonces responder.