La fibra más duradera de que disponemos es el lino. Se han encontrado telas de lino en muy buen estado en las pirámides egipcias. Nos preguntamos si habrá alguna fibra moderna que sobreviva tanto tiempo...
El lino se recolecta antes de que madure la semilla, lo que es una pena, ya que perdemos el aceite que al final produciría esta. El lino se arranca, no se corta, y luego se engavilla y se apila.
Para preparar el lino en bruto primero lo desgargolamos, que consiste en pasar las cabezas por una fila de clavos con las puntas afiladas. Esto elimina las semillas verdes, que son un excelente pienso para el ganado.
Entonces se enría el lino, lo que en realidad significa pudrirlo. Se deja en agua estancada dos o tres semanas hasta que la parte fibrosa se separe con facilidad del centro leñoso. Se puede enfriar el lino en agua corriente, pero se tarda más; o se puede extender sobre la hierba alrededor de seis semanas y dejar que el rocío de la mañana haga su labor. Después el lino se seca cuidadosamente.
Después se parten los tallos del lino golpeándolo encima de una mesa con una hoja ancha de madera o con una agramadera.
El siguiente paso es el rastrílleo, que consiste en pasar el lino por una superficie de clavos para eliminar la estopa, que son las fibras cortas, y dejar el "lino" que son las fibras largas. Con la estopa hacemos hilos más bastos. El lino se hila y se obtiene el hilo.
Para hilar el lino, éste no se carda, sino hay que ponerlo en una rueca, que es sencillamente una varilla vertical que se puede introducir en el agujero del torno de hilar.