El pino negro habita en ambientes muy adversos; por eso, aunque puede llegar a medir 25 metros de altura, solo alcance 10 metros. Su madera es ligera y fácil de trabajar, compacta y de grano fino. La calidad de esta madera es, generalmente, superior a la del pino albar, pero como es escasa siempre se ha utilizado menos.
Las astillas del pino negro son un excelente combustible. Por ello los pastores, antiguamente, las utilizaban para alumbrarse. Pero su principal valor está en la resistencia a la erosión, las avalanchas y las crecidas súbitas durante el deshielo. En la naturaleza, cuando hay un paisaje formado por el pino negro, todos apreciamos su valor y su belleza.
Crece en zonas de montaña, en las que abundan las nevadas, donde hace mucho frío en invierno y en verano se mantienen frescas y húmedas. Se distribuye en altitudes entre 1400 y 2700 metros, aunque a veces en los 800 metros también podamos encontrar pino negro. Puede superar los 600 años de vida.
Para la supervivencia del pino negro, el suelo ha de ser húmedo y no aguanta las sequías estivales. Sin embargo resiste muy bien los fríos intensos y que duren mucho.
Habita de forma natural en los Pirineos y zonas frías de Europa. Las mejores masas de la Península Ibérica las encontramos en las zonas de LLeida, Huesca, Barcelona y Gerona.
El tronco del pino negro es de color pardo oscuro a grisáceo, con un único tronco, derecho, aunque a veces se arquea por el peso de la nieve. Su copa es cónica, piramidal.
Su fruto, la piña, de 5 cm por 2 cm, es asimétrico, ovoideo y cónico de color castaño brillante. Los frutos de estas, los piñones, tienen un color pardo grisáceo o negruzco.