La raíz de la belladona es muy venenosa. Gruesa, cilíndrica, carnosa y de color gris. Es una planta vivaz de la familia de las solanáceas. Según su edad puede alcanzar el tamaño de un puño.
La cepa es corta y rolliza, de la que arrancan varios vástagos de 60 a 100 cm. de altura. El tallo cilíndrico, con bastantes ramificaciones, especialmente en el extremo superior cubierto de un bello corto, denso y muy fino.
Las hojas no tienen pelos, son grandes, anchas, ovaladas y están unidas al tallo mediante un rabo (pecioladas). Su sabor es amargo. Las hojas de la belladona tienen un olor desagradable y narcótico, principalmente cuando se las frota. Son altamente tóxicas, igual que la raíz. Las bayas son más tóxicas que las hojas y su sabor dulzón ha sido la causa de muerte de muchas personas.
Las flores son solitarias, de unos 25 mm de largas por 14 de anchas, con los nervios muy marcados, de color violáceo pardusco exteriormente y amarillo sucio en su interior.
El fruto es una baya negra con el tamaño de una cereza, con zumo color violeta extremadamente dulce muy, muy venenoso. El dulzor extremado ha sido la muerte de muchas personas.
Coloniza los suelos viejos y calcáreos. Hayedos, robledales y bosques de hoja ancha donde al cortarse los árboles se ha removido la tierra.
Se cultiva para satisfacer las demandas de la industria farmacéutica. La belladona se reproduce por semillas o mediante esquejes de tallo o de cepa. Se siembra a finales de agosto, principios de septiembre para que cuando llegue el invierno las plantas tengan un pequeño crecimiento y puedan afrontar los rigores del clima. También se plantan en primavera (en las regiones más cálidas) y la planta florece el mismo año.
Las hojas cortadas se secan en secadero bien ventiladas los días de sol y aire seco. Las mejores hojas son las de plantas de tres a cinco años porque después de envejecer pierden gran parte de la concentración de alcaloides. Para obtener un kilo de hoja seca necesitamos siete kilos de hojas en planta.
Esta planta recibe el nombre de Belladona, del italiano Bella dona que significa mujer bella. Antiguamente las damas italianas utilizaban la infusión de sus hojas para blanquear su rostro y el zumo de sus frutos para dar brillo a sus ojos y dilatar las pupilas por efecto de la atropina, convirtiendo su mirada en lánguida y sensual. Sin embargo otros autores creen que la palabra belladona deriva de bellonaria, nombre que se daba antiguamente a esta planta para envenenar la punta de las flechas.
Pero el verdadero valor fascinante y misterioso de la belladona es que formó parte de la composición del ungüento mágico de las brujas, pero esto se merece un artículo por sí solo.