Si estamos tejiendo y no hay nadie en casa que nos pueda ayudar a devanar una madeja, tenemos la solución: ponerla alrededor del respaldo de una silla. Resulta menos entretenido y no es tan cómodo como hacerlo con ayuda, pero nos vale.
Al tirar de la hebra, los ovillos de lana suelen salir rodando por el suelo (para hacerlo más interesante, sólo falta que tengamos un gato). Lo evitaremos si antes de empezar ponemos el ovillo en una caja de zapatos, le hacemos un agujero en la tapa y pasamos la hebra de lana. Siempre estará en su sitio y no rodará.
Las lanas suaves y con pelo son preciosas, los jerséis quedan muy agradables, pero son muy incomodas para tejer, porque suelen enredarse. Empezar por lanas más lisas nos facilitará el trabajo, si somos principiantes.
Hemos terminado de tejer la labor, ¡por fin! Ahora solo queda coserla. Será más sencillo si utilizamos una aguja de punto de roma o, si no, cosemos con el extremo opuesto a la punta. Así no se "morderá" la lana y nos resultará más fácil coser.
Si se nos han oxidado las agujas de coser, podemos ponerlas en remojo durante toda una noche en un refresco de cola. A la mañana siguiente, las untamos con un poco de aceite, así se deslizaran perfectamente y podremos seguir utilizándolas.
Si queremos triunfar en la costura y los tejidos, en nuestro costurero básico debe haber un imán, para recuperar los alfileres o las agujas que se vayan cayendo. Y tener siempre las tijeras bien afiladas. Aunque pueda parecer lo contrario, resultan mucho más fáciles de manejar si cortan bien.