Hay un dicho inglés que reza "una manzana al día mantiene los males alejados". La manzana se considera la fruta por excelencia, debido a sus grandes y poderosos motivos dieto terapéuticos.

Si disponemos de un terreno, por pequeño que sea, debemos plantearnos seriamente el cultivo de manzanas. Sus componentes convierten a esta fruta en un potente antioxidante que puede ayudar a prevenir enfermedades cardiovasculares, enfermedades degenerativas y el temido cáncer.

Una de las cualidades más conocidas de la manzana es la acción regeneradora que tiene sobre el intestino, pudiendo actuar como alimento astringente o laxante, según sea consumida. Una manzana cruda y con piel es útil para combatir el estreñimiento; en cambio, si la pelamos, rayamos y dejamos que la pulpa se ennegrezca, tiene el efecto totalmente contrario, nos alivia la descomposición.

Podemos añadir que, además de ser buena para nuestra salud, la manzana es una fruta práctica y limpia que se puede comer en cualquier sitio y a cualquier momento del día.

Es uno de los mejores dentífricos naturales: al morder la manzana nuestros dientes se limpian y se fortalecen las encías, ayudando a proteger la boca de bacterias nocivas que propician el desarrollo de caries o gingivitis. A pesar de la buena acción de las manzanas, no por comerlas tenemos que dejar de lavarnos los dientes.

La manzana tiene muchas posibilidades en la mesa, no sólo como fruta de postre, sino que también la podemos utilizar para elaborar deliciosas macedonias y ensaladas. Sus cualidades son excelentes para cocinarlas en forma de purés, salsas, postres, pasteles, mermelada o al horno.