Boca abajo, nos ponemos a cuatro patas, fijándonos en que las rodillas estén bajo las caderas, y mantenemos la espalda recta. Estiramos el vientre, el suelo pélvico y la espalda, manteniendo la mirada en un punto del suelo.
Estiramos las piernas hacia atrás, hasta que se pueda trazar una línea recta con la espalda y la cabeza. Respiramos de forma rítmica de tres a cinco veces.
Tensamos aún más el vientre y trasladamos el peso para poder dejar libre la pierna izquierda, sin girar la cadera izquierda hacia arriba, sino manteniéndola paralela a la cadera derecha.
Elevamos al máximo la pierna izquierda. La punta del pie izquierdo debe mirar durante todo el tiempo hacia el suelo.
Bajamos lentamente la pierna izquierda hacia el suelo, hasta que quede muy cerca de él. Repetimos el movimiento 8 veces. Después apoyamos el pie izquierdo.
En este mismo ejercicio podemos realizar la postura de relajación: empujando los glúteos hacia los talones, apoyamos la frente en el suelo y hundimos los hombros hacia abajo.
Después realizamos el ejercicio con la pierna derecha y, para acabar, realizamos el ejercicio de relajación otra vez.

 
 
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