viernes, 21 de agosto de 2015

El astrofísico Arthur Eddington

Sir Arthur Stanley Eddington, quien vivió entre los años 1882 y 1944, fue uno de los astrofísicos británicos más influyentes del siglo XX.

Fue muy conocido gracias a su trabajo en relación con la Teoría de la Relatividad, escribiendo en el año 1919 el articulo "Report on the relativity theory of gravitation". Este escrito acercó a los países anglosajones la Teoría de la Relatividad desarrollada por Einstein, que hasta entonces no era muy conocida en Gran Bretaña como consecuencia de la Primera Guerra Mundial.

Albert Einstein y Arthur Eddington

Después de estudiar física en el Owens College de Manchester y pasar por el Triniity College de la Universidad de Cambridge, Eddington fue nombrado asistente jefe del Royal Astronomer en el Real Observatorio de Greenwich. Aquí enfoco su carrera y trabajo hacia la astrofísica, campo en el que desarrollaría sus principales contribuciones a la ciencia.

El trabajo propio más importante en la carrera de Eddington fue la teorización del interior de las estrellas. Así, sus trabajos relativos al movimiento, estructura interna y evolución de las estrellas fueron descritos en su obra "La constitución interna de las estrellas" en el año 1916. De esta forma, desarrolló el primer método que posibilitó comprender los procesos de las estrellas. Y es que según el astrofísico, la estabilidad de las estrellas es debida al equilibrio existente entre la presión de radiación y la fuerza de la gravedad.

Según el modelo de Eddington, las estrellas son esferas de gas sometidas a altas temperaturas internas, por lo que sus átomos estarían completamente ionizados, comportándose de esta forma como gas ideal. Asimismo, estableció una relación entre la luminosidad de las estrellas y su masa, encontrando de esta manera el primer método que permitía calcular la masa de cualquier estrella.

Más biografías de astrónomos, físicos, matemáticos y otros científicos aquí: Personajes famosos de la Astronomía


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martes, 11 de agosto de 2015

Úlcera varicosa

Con el nombre de úlcera varicosa se conoce popularmente a un absceso en la pierna que no se cura, duele y del que no deja de salir líquido de forma desagradable.

La causa de un absceso suele ser cualquier trastorno en el flujo de las venas, desde la flebitis hasta las arritmias. Pueden ser hereditarios, pero también pueden ser causa de desarreglos alimenticios, un trabajo que exija pasar mucho rato de pie, el estreñimiento o llevar ropa inadecuada. Con frecuencia las varices son el estadio anterior a la aparición de abscesos en las piernas.

Ulcera varicosa

Cuando la dermis y la epidermis se inflaman debido a trastornos circulatorios por las venas, aparece la llamada dermatitis congestiva y abona el terreno para gérmenes y hongos que el cuerpo intenta eliminar por medio de una mayor presencia de glóbulos rojos, pero rara vez lo logra.

Los apósitos de hierbas medicinales sobre las heridas producen alivio, pero para curar se debe eliminar la causa, solo así curará la úlcera varicosa. No se aconseja un tratamiento a base de calor, porque dilataría las venas y, al estar enfermas, podría producir una congestión.

Se recomienda seguir una dieta que incluya muchos alimentos crudos y vitaminas. El paciente debería tomar en cuenta la posibilidad de realizar ayunos terapéuticos.

Un remedio consiste en aplicar hojas de consuelda recién cogida y machacada con un rodillo. La pasta de las hojas frescas se aplica sobre la zona afectada y se fija con un paño limpio. La consuelda es una planta que pertenece a la familia de las borrajas y tiene la propiedad, como su nombre indica, de soldar.

También pueden ayudar los lavados a partes iguales con caléndula y cola de caballo. Esta última posee trazas de vitamina C, alcaloides, resinas y saponósidos que le proporcionan propiedades cicatrizantes de úlceras y heridas.

Hay otras formas de aliviar los efectos: tomar baños a temperatura alterna de cola de caballo y preparado de malva enana, apósitos en la pantorrilla o baños de medio cuerpo elevando la temperatura, meter las piernas en el agua, duchas de piernas, apósitos en el pecho y abdomen, ejercicios de respiración y, sobre todo, mucho movimiento.


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