El rábano es originario de China. Su carne es blanca pero la piel puede ser, según las variedades, de color blanco, rojo, negro, azul y morado. Desde un punto de vista botánico, esta verdura es un tipo de col. Esta planta anual forma un nabo bajo tierra que se alimenta por medio de raíces finas.
Suele pesar unos 70 gramos aunque puede llegar a superar el kilo. Sus hojas son ásperas, aprovechan la luz y la transforman en azúcares y almidón. Son valiosas y con ellas se prepara una infusión parecida al té.
De menor tamaño y peso es una variedad muy consumida en ensalada, el rabanito. Algunos tipos tempranos son apropiados para el cultivo en invernadero, donde florece bien y pronto, aprovechando la escasa luz diurna mejor que las variedades de verano, anticipándose, así, a la temporada de cultivo en el huerto.
Pertenece al grupo de las crucíferas, que lo integran las coles de Bruselas, col china, col rizada, lombarda, coliflor, brócoli, colinabo, romanesco, noclearia, rúcula, berro, rábano, nabo, y colirábano. Los rábanos no deben plantarse junto a otras crucíferas ni en rotación de cultivos con ellas.
Si queremos que nuestros rábanos sean sanos y saludables el suelo debe ser esponjado y rico en nutrientes. Los debemos plantar profundo. Si se siembran en invernadero, permiten la cosecha incluso en los meses de invierno. Los rábanos también pueden pre-cultivarse en el invernadero y luego cultivarlos en el bancal. Debemos cortar el fondo del tiesto con un cuchillo para que las raíces puedan penetrar bien en la tierra.
Tienen pocos enemigos, entre ellos las pulgas de tierra, fáciles de eliminar si se entrecava con regularidad. Otro enemigo es la mosca del rábano a la que se puede combatir haciendo una especie de túnel con un fieltro negro apoyado en arcos de alambre.
Tanto los rábanos como los rabanitos forman parte de las hortalizas que almacenan nitratos. Esta es la causa de que prefiramos un cultivo ecológico renunciando, sobre todo, a los abonos que estimulan el crecimiento rápido.