Vamos a clavar un clavo - Hogar y bricolaje

martes, 20 de septiembre de 2011

Vamos a clavar un clavo



El clavado es la unión más frecuente entre maderos. Si lo hacemos correctamente, los elementos unidos pueden arrancarse de nuevo sin romper la madera. La unión es más firme si estos, además, se encolan. Todas las maderas macizas y los tableros admiten el clavado, aunque no todas son iguales.

Para que la unión entre maderos clavados sea solida hay que tener en cuenta que la profundidad del clavado es decisiva. Así, cuanto más profunda, mejor, más resistente. Por medio de un clavado alternado evitaremos agrietar la madera. Los clavos que utilicemos no deben ser muy gruesos. La madera es uno de los materiales que aportan bienestar a nuestros dias y a nuestras vidas.


Podemos evitar que la madera maciza se agriete chafando la punta del clavo. Para que los clavos pequeños no se nos pierdan, los aguantamos entre una tira de cartulina o de cartón duro.

Utilizamos diferentes tipos de clavado según las necesidades o nuestros gustos: si queremos una unión firme entre dos maderos utilizamos el clavado sesgado, o sea, puntas que cuando entran casi se tocan oblicuas; esta es la manera de fijar los pavimentos. Otro tipo muy resistente es el clavado doble que evita que los apoyos o las vigas se desplacen.

Si queremos que el clavo quede invisible, levantamos una viruta que nos servirá para tapar el clavo cuando esté dentro del madero, de forma que no se vea. La cabeza del clavo puede hundirse en la madera con ayuda de otro clavo. Cuando se corta la punta del clavo, se bota con el botador, que es la herramienta idónea, una especie de destornillador de clavos. El agujero que se produce al actuar de esta manera se puede rellenar con masilla para mejorar el acabado. Si la punta del clavo sobresale de la madera, podemos remacharla con un martillo o unas tenazas.


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