Hay una serie de vehículos como las lanchas, los coches y los helicópteros en los que se han establecido reglas para colocarse dentro. Reglas protocolarias. Así pues, en los coches de una cierta capacidad, con asientos colocados uno tras el otro, la distribución ha de ser de delante hacia atrás y de derecha a izquierda.
En los vehículos con asientos colocados en el sentido de la marcha la distribución es diferente: en el sitio preferente se ha de sentar la persona con más categoría. Esta norma se puede romper ante las relaciones de amistad, ya que, en un principio, los invitados tendrían que sentarse detrás, pero hoy se admite que se siente delante la pareja del invitado (a la que muy educadamente preguntamos si se marea viajando en coche) y dejar el sitio de atrás para el invitado y la propia pareja.
Si somos propietarios del coche, el nuestro es el sitio más importante, el del conductor; el segundo en importancia es el asiento del acompañante de delante. Siempre ha de ir ocupado para no parecer un chofer profesional.
Cuando entramos en el vehículo siempre ha de pasar primero la persona de más categoría, seguida del resto jerárquicamente y, la salida ha de ser a la inversa. En todo caso tendremos en cuenta que a los superiores y a las personas mayores se les pueden abrir las puertas del coche para entrar y salir. Además, ayudaremos a las personas mayores a entrar y salir ofreciéndoles la mano.
Las mujeres cuando llevamos falda entramos en el coche de lado, (nada de hacerlo con la cabeza por delante). Primero introducimos una pierna dentro del coche, sin separarla mucho de nosotras, y nos sentamos recogiendo la otra pierna con máxima discreción.
Los asientos de atrás de los coches están preparados para dos personas, no tres; es el número ideal para asegurar una disposición agradable. Por otra parte, debemos preguntar siempre que queramos abrir las ventanas, ya que no toda la gente quiere aire.