El suelo del jardín - Plantas

jueves, 30 de agosto de 2012

El suelo del jardín



El suelo de nuestro jardín puede tener características diferentes, dependiendo de los restos orgánicos y los componentes minerales que lo forman. Los suelos más indicados para practicar la jardinería son aquellos en los que predominan los restos de materia orgánica, animal o vegetal.

Así, encontramos terrenos arcillosos, poco aptos para jardinería, en cuya composición predomina la arcilla, que da a la tierra una consistencia pesada y pegajosa. Esta tierra absorbe el agua con facilidad, pero le cuesta drenarla.


Los terrenos arenosos tienen una proporción muy baja de arcilla y una muy alta de arena, por lo que son poco pesados. Casi no retienen el agua. El terreno arenoso es de poco valor nutritivo, por lo que necesita aporte extra de abono orgánico.

Los terrenos alcalinos muestran dominio de calcio en su composición y, por lo general, bajo contenido en materia orgánica. El tono terroso claro delata su procedencia de la piedra caliza. Requiere ser equilibrado con abono orgánico.

La tierra negra, de tonalidad muy oscura, cuenta con la proporción equilibrada para asegurar el éxito, garantizando los elementos nutricionales necesarios.

Para conocer el tipo de acidez del suelo utilizamos un medidor de pH. Muy sencillo de utilizar, nos dará las pautas para rectificarlo, si fuera necesario, añadiendo aquellos componentes que nos falten y, así, acercarnos al tipo de suelo ideal que pretendemos.

Tan importante como el pH es mantener el terreno aireado, oxigenado, evitando costras que impiden el paso del aire y el crecimiento de las semillas.

El agua es vital, si se utiliza de forma acorde con el tipo de suelo, sin encharcamientos que ahoguen las raíces, ni escasez que deje sin nutrientes a los ejemplares cultivados. Si ponemos una proporción de arena de rio, aseguramos un drenaje eficaz, evitando que el terreno se encharque.


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