Cuidado de pies y piernas - En forma, Longevidad, Salud

viernes, 6 de enero de 2012

Cuidado de pies y piernas



Cuando estamos todo el día sentados, ¡trabajando!, corremos el riesgo de que nuestras piernas sean propensas a sentir calambres, porque disminuye la circulación de la sangre. Podemos evitarlo estirándolas de vez en cuando y no cruzándolas al sentarnos. Como máximo podemos hacerlo a la altura de los tobillos, pero nunca las cruzaremos por las rodillas.

Mantener las piernas en forma nos va a prolongar la movilidad al hacernos mayores y, con ello, la calidad de vida. Lo más práctico es desarrollar la mentalidad de aprovechar las ocasiones cuando pasan. Por ejemplo, si se nos cae algo al suelo, podemos flexionar las rodillas con los músculos de los glúteos bien apretados y la espalda muy recta. Es un ejercicio estupendo.


Es importante conservar la agilidad; con los años, la elasticidad es una de las facultades que más rápidamente se pierde. Pensando en el futuro, procuramos evitarlo ejercitando el cuerpo. Colocamos un pie a la altura de una mesa de comedor e intentamos llegar a la punta con las manos y a la rodilla con la cabeza. Sin dar tirones.

Subir y bajar escaleras es un ejercicio estupendo para fortalecer los músculos de las pantorrillas y los cuádriceps de los muslos. Debemos mover alternativamente los pies al subir cada escalón, tratando siempre de no doblar la rodilla de la otra pierna.

Si notamos las piernas pesadas o vemos que esas pequeñas venitas rojas empiezan a aparecer, podemos tener problemas de circulación. Si, además, tenemos propensión a retener líquidos, es hora de controlar el alcohol y el tabaco, que empeoran la situación. Cuidarse significa no fumar y beber lo justito.

La perdida brusca de peso acarrea la pérdida de masa muscular. Para evitar la flacidez en las piernas debemos hacer ejercicio practicando bicicleta, natación o tenis, tres deportes estupendos para las piernas y que, además, nos mantienen en forma.

Si nos duelen los pies, envolvemos cubitos de hielo en un paño de franela y los frotamos hasta los tobillos. Secamos y nos damos unos toques con crema balsámica. También podemos sumergirlos en agua tibia con sales minerales de uso específico, para acabar poniendo los pies en alto.

Contra los callos y durezas, metemos los pies en agua caliente, muy caliente, pero sin quemarnos, en la que hemos disuelto un vaso de almidón en polvo. Después de unos minutos, los aclaramos con agua fresca. Nos podemos ayudar de una piedra pómez para retirar la piel que sobre. Después aplicamos una crema.


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