Muchas personas continúan, a pesar de los nocivos efectos del tabaco, con el hábito de fumar. Si uno pretende llegar a una edad avanzada y vivir su vida estando en forma, lo primero que debe abandonar es el perjudicial tabaco.

Los adeptos a la salud y el bienestar, no nos cansaremos nunca de aconsejar a nuestros semejantes que no fumen. Obviando las razones de salud - que son evidentes -, el tabaco también es nefasto para la belleza.

En primer lugar, el humo del tabaco ensucia la piel hasta límites inimaginables, obstruyendo los poros por donde esta respira. La mala oxigenación provoca pérdida de elasticidad lo que se traduce en una prematura aparición de arrugas, incrementadas alrededor de la boca por el gesto continuo de aspirar el humo.

El pelo también se ve afectado por el tabaco, sobre todo por la nicotina, que resta brillo al cabello y lo hace más quebradizo. ¿Qué decir también de los dientes? Es sabido que el tabaco produce manchas en el esmalte dental y oscurece los dientes.

Además, algunos estudios relacionan el consumo de tabaco con una mayor presencia de celulitis debido a que la nicotina afecta a la circulación sanguínea. SI no fumamos, nuestras manos lucirán más bellas, desapareciendo las manchas amarillas que el humo del cigarrillo deja a su paso.

Si no se ha fumado nunca, ni por asomo hay que planteárselo. Y si uno es fumador, ya es momento de dejarlo. El estado, con leyes cada vez más restrictivas en cuanto a los lugares de consumo, también provee a través de las Autoridades Sanitarias modos efectivos para dejarlo. Tanto la salud como la belleza del fumador lo agradecerán, además de su bolsillo.