Desde hace tiempo, el hombre sabe del valor de la ballena, la utilidad de su grasa, su formidable almacenaje de carne, el uso de sus barbas... y se ha dedicado a su persecución con tenacidad y ahínco. También con mucho riesgo, ya que la fuerza del enorme animal ha hecho zozobrar muchas veces las frágiles embarcaciones que salían en su persecución. Hoy, el legendario arpón ha sido sustituido por proyectiles explosivos.

La ballena es un cetáceo, es decir, un mamífero marino. Aunque llega hasta las aguas polares, pueden encontrarse ballenas y otros cetáceos emparentados con ellas en los mares de las más diversas latitudes; ya sean delfines, marsopas, cachalotes o navales.

Las extremidades anteriores de estos mamíferos, en su adaptación al medio acuático, se han convertido en aletas; las posteriores, tras una atrofia sin duda muy paulatina, han desaparecido. La cola es horizontal, con lo que se diferencia de la cola de los peces, que actúa verticalmente.

La ballena azul, que es la variedad mayor de la familia, puede llegar a medir 25 m. de longitud y pesar 100.000 kg. No es un animal agresivo, a no ser que se le acose. Se alimenta de peces y de moluscos de pequeño tamaño, así como de plancton marino, que va tragando al nadar con la boca abierta. La boca está provista de un curioso sistema de barbas (las llamadas habitualmente "ballenas") que impiden que la infinidad de animalillos engullidos, una vez que pasan al interior de la boca de la ballena, vuelvan al exterior.

Los cetáceos, como se ha dicho, son mamíferos; por tanto, deben respirar aire y salir al exterior del agua para aprovisionarse. Cuando respiran, lanzan sus espectaculares chorros de agua. Pero pueden permanecer una hora bajo el mar, sin respirar.

Los cachalotes son parientes de las ballenas, más pequeños que la ballena azul. Los más grandes pueden medir hasta 18 metros. Viven en manadas y tienen dientes, en vez de las barbas características de las ballenas.