Es indudable que China, el país con más habitantes del mundo, cada vez tiene mayor presencia e importancia internacional. Por ello no está de más que conozcamos algunas de sus normas de urbanidad y costumbres más usuales.
Los chinos suelen ser personas muy reservadas a las que no les gusta mostrar sus sentimientos. A modo de saludo inclinan la cabeza: dar besos, e incluso dar la mano, está totalmente fuera de sus costumbres.
En la mesa sus modales son totalmente dispares con las reglas de cortesía occidentales. Cuando un chino acaba de comer, jamás deja los palillos dentro del plato. Hacerlo denotaría una pésima educación. Los palillos deben dejarse junto al plato, sobre el mantel. A los chinos les gusta comer y beber haciendo mucho ruido, cuánto más mejor. Eso indica que están disfrutando; comer en silencio implica un desprecio por lo que están consumiendo.
Los chinos sirven la bebida de su acompañante, pero no la suya. El otro comensal debe devolver el gesto y servir a su vez la de su acompañante. Otra curiosidad es que, al contrario que los occidentales, que acercan los cubiertos a la boca para comer, los chinos se inclinan sobre el plato.
Para los chinos dar la espalda a alguien es una falta de cortesía muy importante. Por ello, cuando se despiden caminan unos pasos hacia atrás, hasta dejar de ver a la persona despedida.
Los chinos son muy hospitalarios y se desviven por su huésped. Si dan un regalo, lo ofrecen con las dos manos. El receptor tiene que cogerlo también con ambas manos. Y si el regalo viene envuelto, no hay que desenvolverlo jamás delante de la persona que ofrece el regalo. Debe guardarse en el bolso o bien en un bolsillo que quede por encima de la cintura. Guardárselo en el pantalón se considera de pésima educación.