Lo dicen los expertos y lo ratifica el organismo: un buen desayuno es lo que una persona puede hacer por sí misma al comenzar el día. El desayuno aporta la energía inmediata que se necesita para que el cuerpo trabaje y la mente arranque del todo.

El desayuno es una de las comidas más importantes del día. Es la primera que se hace tras el ayuno nocturno y aporta la energía necesaria para comenzar la jornada y enfrentarse a las actividades de la mañana que, generalmente, suelen ser las más activas.

Además, importantes y fiables estudios han demostrado que las personas con sobrepeso generalmente se saltan el desayuno. Esto se traduce en un hambre canina a media mañana que impulsa
al picoteo. También a la hora de la comida se sufre la falta de desayuno y se suple con una mayor ingesta de alimentos y de forma más ansiosa, algo nefasto para el sistema digestivo.

Si no queremos estar todo el día con la reserva encendida, el desayuno ideal debe constar de una pieza de fruta o un zumo natural, algún producto lácteo como queso, leche o yogur, preferentemente en su versión semi-descremada o descremada, un puñado de cereales integrales o una rebanada de pan, también integral, con miel o mermelada.

Si a media mañana suele apretar el hambre, lo ideal es llevar consigo una pieza de fruta, un yogur o una barrita de cereales.

Estos consejos nutricionales redundan en un mayor y mejor uso del cerebro que agradece este aporte energético todos los días.