En medio del desierto, un valle de gran longitud y de 6 a 25 km de anchura, era el escenario de la civilización egipcia. Fue durante 3000 años una de las civilizaciones más brillantes: desde su relativo aislamiento, a su apogeo imperial, conocemos sus luchas con otros pueblos, hasta que Egipto cayó en manos de los invasores y estos destruyeron su cultura.
Egipto se conoce como el país del rio Nilo, que cada verano sufre una crecida a causa de las abundantes lluvias que el Monzón aporta a la zona de su nacimiento, en Tanzania, a 6750 Km de la desembocadura. Las aguas hacen posible una agricultura próspera. Esta riqueza y su situación privilegiada dio a los egipcios un sentimiento de seguridad.
En la zona del delta entre el Bajo y el Alto Nilo, existía una división del terreno muy marcada. El pueblo Egipcio estaba gobernado por el Faraón, que recibía el poder de los dioses. Los faraones hicieron construir las piramides, sus monumentales sepulcros.
Después de la expedición de Napoleón Bonaparte a este país, da comienzo la egiptología. Esta ciencia estudia el Egipto faraónico y el desciframiento de la escritura jeroglífica, utilizada por los egipcios. El primer egiptólogo famoso fue el francés Jean Francois Chanpolion. Más tarde los alemanes y anglosajones son quienes han dado más nombres ilustres a la egiptología.
Los jeroglíficos representaban sonidos, sílabas o ideas. Se grababan en piedra y madera. En a mayoría de los hallazgos se trata de ofrendas o bien textos funerarios, religiosos u oficiales. También se hacían jeroglíficos con tinta sobre papiros, tanto para textos administrativos públicos como privados.