En los bordes que forman la cubeta de un lago existe una flora muy rica, compuesta de diversas especies fanerógamas, como el junco. Estas plantas comenzaron a desarrollarse en tierra, pero luego fueron invadiendo el agua hasta profundidades de quince metros y más, quedando definitivamente sumergidas.

Los juncos y otras plantas se han adaptado a vivir en el agua en una determinada profundidad, según las especies. Esta distribución nos ha permitido establecer diversas zonas de vegetación propia de las orillas de los lagos.

• En la parte más exterior se desarrollan plantas de suelo húmedo, pero no encharcado, que ocupan zonas solamente invadidas cuando el agua alcanza su más alto nivel.

• A ésta sucede otra zona más interior, de carrizo o cañas, propias de pequeñas profundidades de hasta dos metros. La espesura de los cañares puede llegar a ocultar la superficie del agua.

• Más adentro y a mayor profundidad crecen plantas parcialmente sumergidas, cuyas hojas flotan sobre el agua como nenúfares o se hunden totalmente, como los linos de agua o las charas.

La profundidad de estas diversas zonas vegetales es muy variable, ya que depende de la penetración de la luz y de las corrientes del agua. En realidad estas zonas sólo aparecen bien definidas en los entrantes abrigados de los lagos.

Dado que esta vegetación tiene unas raíces muy débiles, algunas entrelazadas superficialmente, no es raro que estas plantas se suelten de las otras y naveguen a la deriva, formando islas de vegetación flotante.