Aunque pocas veces levantamos cargas pesadas, los pequeños pesos y las frecuentes inclinaciones que comportan cargas notables se van sumando. Pero con una correcta posición y un suelo pélvico en forma, mover pesos ya no será una cruz.
Cómo entrenamiento, lo ideal es levantar una caja de bebidas, ya que se puede variar el peso quitando botellas. Hay que hacer varias pruebas calculando que se pueda mantener la tensión en los músculos de la pelvis mientras se levanta la caja.
A menudo el cambio entre la tensión y la relajación del suelo pélvico en pesos ligeros es tan rápido que parecería normal relacionar el movimiento con la inspiración. Pero hay que tener en cuenta que, al levantar cargas más pesadas, se debe espirar durante la contracción de los músculos.
Para practicar, colocamos las piernas separadas alrededor del peso que vamos a levantar. Dirigimos la espalda recta hacia la rodilla y tocamos el peso con los brazos estirados. Al inclinarnos hacia delante hay que tener cuidado para no arquear la espalda.
Entonces activamos los músculos de la zona pélvica y empezamos a expirar. Levantamos el peso con movimientos simétricos y cercanos al cuerpo, suavemente, sin brusquedades. Como ayuda, podemos imaginar el peso unido al vientre.
Si hay que transportar el peso un tiempo, no conviene contener la respiración; al contrario, hay que seguir respirando regularmente mientras mantenemos todo el tiempo el suelo pélvico en tensión. Si notamos que tira demasiado para abajo, significa que la carga es demasiado pesada.
Para dejar el peso en el suelo adoptaremos la misma posición de antes, con la espalda recta y dirigida hacia las rodillas, con las piernas abiertas. Una vez lo hayamos depositado, volvemos a relajar los músculos de la pelvis.
Un consejo para los padres y abuelos que tengan niños pequeños: cuando los sostengan en brazos deben procurar hacerlo así. Es lo más favorable para mantener los músculos pélvicos en forma y evitar las lesiones de espalda.