Moviendo la pelvis y la espalda vamos a conseguir más agilidad en las caderas, además de volvernos más flexibles, lo que fortalecerá nuestra zona lumbar. Además, una mujer que se mueve con suavidad tiene un aspecto más atractivo, independientemente de la figura que tenga. Y un hombre que sabe mover la pelvis, ... bueno, ¿os suena de algo un tal Elvis?

Mover las caderas nos vuelve blandos y flexibles. Una pelvis ágil no es sólo la condición básica para un suelo pélvico activo, sinó que nos hace sentir mejor y más sensuales. Para trabajarla, moveremos la pelvis en círculos pequeños, mientras que el pecho permanece inmóvil durante todo el ejercicio.

Para practicar correctamente nos ponemos en pie, nos relajamos y flexionamos ligeramente las rodillas, mientras mantenemos los pies paralelos a la altura de las caderas. Apoyamos las manos en la cintura, o una mano en el abdomen y la otra sobre el sacro.

Inclinamos ligeramente el suelo pélvico hacia adelante y hacia atrás, tanto como podamos sin llegar a perder la comodidad. Imaginemos que nuestro suelo pélvico es como una caracola llena de agua que se vacía cuando la giramos y que se llena de nuevo al hacer el movimiento contrario.

Tenemos que notar nuestra pelvis, acentuar el movimiento, así notaremos cómo la espalda se alarga, ayudándonos con las manos si es preciso. ¡Vamos, ese ritmo ...!