La cría de animales nos puede proporcionar una serie de amigos además de darnos una sabrosa y nutritiva producción. Puede ser un placer, o puede llegar a ser una pesadumbre que nos cueste más dinero del que podamos ganar o ahorrar. Nuestro modo de resolver cada una de las situaciones nos dará la solución a los pequeños problemas que puedan surgir.
Lo primero que hay que tener en cuenta es que la cría de animales es una responsabilidad. La felicidad de los animales está en nuestras manos y, aunque son para proporcionarnos una sabrosa cacerola, es inexplicable no proporcionarles una existencia feliz mientras viven.
Hay que tener siempre preparadas las condiciones necesarias, incluso el alojamiento antes de su llegada. Existen gallineros, conejeras o pocilgas ideales, otros que son perfectamente adecuados y otros que no reúnen los requisitos mínimos.
Nuestros animales están más felices si podemos mantenerlos en condiciones que imiten en lo posible su vida natural. Los animales felices son animales buenos y sanos. Pero, ojo, son los animales los que deben adaptarse a nosotros y no al revés.
La alimentación de los animales ha de ser variada. Tienen sus preferencias, así como diferencias en su apetito y en sus particulares hábitos alimentarios. De cualquier forma, siempre tenemos la figura del veterinario que nos resolverá mejor cualquier problema y nos puede proporcionar consejos prácticos.
Y paciencia, mucha paciencia, nadie se convierte en criador de animales de la noche a la mañana.