Tomar el sol puede ser un placer. Tener un cuerpo bronceado puede resultar atractivo. Pero exponerse al sol es una actividad arriesgada. El sol acelera el envejecimiento de la piel y puede producir efectos nocivos peligrosos, desde quemaduras leves hasta cáncer. Vamos a tomar precauciones para evitar o disminuir los daños que el sol puede provocar en la piel.
1.- Lo primero es conocer el tipo de piel y su tolerancia o resistencia al sol. Hay que utilizar un protector solar adecuado a cada tipo de piel.
2.- Se debe aplicar, como mínimo, un protector solar con factor 15. A partir de ahí se puede ir aumentando según la sensibilidad cutánea, la incidencia de los rayos solares (más vertical, mayor protección) y la duración de la exposición al sol.
3.- La crema protectora se debe aplicar entre 20 y 30 minutos antes de tomar el sol. Los días nublados también debe usarse protección solar, ya que las radiaciones atraviesan las nubes.
4.- Hay que prestar especial atención a las zonas más sensibles, como rostro, nariz, párpados, labios, senos y genitales. En estas zonas se puede usar una crema con fotoprotección más alta o dedicarles una exposición más corta.
5.- En la montaña se debe utilizar crema con factor más alto. El riesgo de sufrir quemaduras aumenta un 4% cada 300 metros de altura. En la playa conviene usar cremas resistentes al agua, ya que el baño hace que la piel sea más sensible al sol.
6.- Al principio, la exposición al sol debe ser corta, de 15 a 20 minutos el primer día. Luego se puede ir aumentando, a razón de 10 o 15 minutos diarios, sin llegar a sobrepasar las 3 horas.
7.- Lo recomendable es no tomar el sol entre las 11 y las 15 horas. Si no se puede evitar, hay que tomar precauciones extra: exposiciones más cortas, mayor protección solar, beber y refrescarse más a menudo,…
8.- Usar sombrero y ropa adecuada es indispensable en los meses de verano. También lo son las gafas solares, ya que el sol penetra por el cristalino y puede favorecer la aparición de cataratas.
9.-Se debe evitar el uso de colonias y desodorantes cuando se vaya a tomar el sol, ya que pueden producir alergias y disminuir los efectos de las cremas protectoras.
10.- Conviene extremar las precauciones con niños (tienen la piel más fina), ancianos (su sistema inmunológico es más débil) y algunas personas que padecen enfermedades como herpes, albinismo, vitíligo, cicatrices, varices y algunos tipos de acné. Los bebés menores de 6 meses no deben exponerse al sol en ningún caso. Las embarazadas tampoco deberían tomar el sol o hacerlo con muchas más precauciones.
11.- Si se produce un cambio brusco en la coloración de la piel, o en el tamaño, color o forma de lesiones preexistentes; si aparece sangrado, picor o dolor en una zona concreta, hay que acudir a los servicios sanitarios. Por otra parte, algunos medicamentos son incompatibles con la exposición al sol. En caso de dudas, lo mejor es consultar al médico o en la farmacia.
12.- Después de tomar el sol, la piel necesita hidratación. Una buena ducha, prolongada, y una crema hidratante son los elementos indispensables para que la piel recupere parte de la humedad perdida.