La astenia primaveral es un trastorno estacional en el que se unen la falta de vitalidad y la sensación de debilidad para realizar las tareas más sencillas. La gente que no la sufre no entiende el decaimiento general y el cansancio que provoca.
Las personas que sufren astenia primaveral tienen una serie de síntomas en común: cansancio, tensión arterial baja, dificultad de concentración, apatía, falta de fuerzas, picores, pérdida de memoria y de sueño, además de alteraciones del apetito. Pero el efecto más importante que la astenia ejerce sobre el organismo es la disminución de su capacidad defensiva para hacer frente tanto a las agresiones externas, como las internas.
La prevención es el mejor tratamiento para luchar contra la astenia primaveral. Cuando se acerca la primavera es más recomendable que nunca mantener unos horarios fijos para acostarse y levantarse; comer siempre a la misma hora; respetar las cinco tomas de comida diarias; una dieta baja en grasas y practicar mucho ejercicio físico, mejor si es al aire libre. Quedan prohibidos el alcohol, el tabaco y las sustancias excitantes.
Para aumentar el vigor y reforzar el sistema inmunológico es importante mantener una alimentación basada en productos naturales y rica en alimentos energéticos, aumentar el consumo de vegetales (frutas, verduras, legumbres y frutos secos) y beber más agua. También ayuda una buena relajación, ya que, a menudo, la astenia primaveral se ve incrementada por el estrés y la falta de sueño.
A medida que el cuerpo se adapte a los cambios de estación y, con estos, al cambio de los ritmos biológicos, los síntomas irán remitiendo progresivamente. En todo caso, las personas que sufren astenia deberían consultar con su médico.