Si nuestras uñas se parten con demasiada facilidad, podemos remediarlo introduciéndolas cada día un ratito en un recipiente que contenga vinagre; así lograremos que se vigoricen.
Si aún nos mordemos la uñas, ha llegado el momento de acabar con esta fea costumbre. En la farmacia venden una loción amarga para pintarlas. Cuando nos llevemos un dedo a la boca su sabor es tan desagradable que, poco a poco, dejaremos de morderlas.
La calidad y el color de las uñas son un reflejo de nuestro estado físico. Cuando son lisas, rosadas y duras, nuestra salud es óptima. Por el contrario, las manchas en las uñas denotan la falta de vitaminas o sales minerales. Si en hay deformaciones o se curvan, puede ser que estén infectadas por hongos. Para remediarlo hay que cuidar la dieta y acudir al médico.
Para limar las uñas mejor utilizar una lima de cartón, nunca metálica. Primero las limamos por un lado, luego por el otro. Al final les damos un poquito por el centro, no mucho, solo para reducir su longitud. A continuación las pulimos y les aplicamos una crema hidratante, masajeándolas hasta que entre por completo. Si vamos a llevarlas pintadas, lse damos una mano de base enriquecida con vitaminas antes del esmalte definitivo.
Para retirar bien las cutículas evitamos los aparatos que cortan la piel, pues esta crecerá antes formando un feo cerco alrededor de la uña. Lo mejor es meterlas en agua con jabón y ablandar pielecitas que luego empujamos hacia atrás con la ayuda de un palito, que suele ser de naranjo.
Si nuestra uñas son grandes y bonitas, nos podemos permitir colores intensos. Si por el contrario, tenemos las uñas pequeñas, lo mejor es dejarlas siempre cortitas y utilizar esmalte de colores suaves, rosas o color carne. En ambos casos podemos utilizar la manicura francesa.
Cuando el esmalte de uñas se ha espesado, para volverlo fluido lo ponemos a hervir en un cazo, bien cerrado y a fuego muy lento unos segundos. El pinta uñas recuperará enseguida su textura y volverá a ser más fluido.