La satisfacción por el embarazo puede ocasionar en algunas mujeres un excelente estado de ánimo, puede significar un periodo de bienestar general. En cambio, en otras mujeres significa hacer frente a cantidad de trastornos y pequeñas molestias, sobre todo, durante los tres primeros meses.
Desde los primeros días los cambios hormonales tras la fecundación producen molestias que pueden ser intensas, pero tienden a desaparecer. Otros trastornos aparecen en la fase final de la gestación y se deben al aumento de volumen del útero. Son problemas incómodos, pero sin consecuencias, de los que hay que informar al médico.
Al comienzo de la gestación son frecuentes las nauseas y los vómitos. El 50% de las mujeres los padecen durante los tres primeros meses de embarazo, sobre todo, al despertar. Suelen ser leves y se resuelven espontáneamente. Es útil que revisemos nuestros hábitos alimenticios, a veces comiendo menos y más seguido se reducen vómitos, reflujos y ardor de estómago.
Algunas mujeres embarazadas sufren un exceso de salivación y han de realizar frecuentes degluciones. O padecem estreñimiento y, como consecuencia de este, hemorroides. Otras mujeres embarazadas pueden sufrir desmayos y trastornos vasculares. Pero todas sienten cansancio, hay un descenso de la tensión arterial que es más normal en mujeres que, por antecedentes familiares, tienen la tensión arterial baja.
Durante los primeros meses de embarazo se produce un ajuste hormonal, por lo que es frecuente orinar muchas veces. Puede ser muy molesto, por la noche la insistencia de ir al cuarto de baño a orinar dificulta aún más conciliar el sueño.
Finalmente, a las mujeres embarazadas se les recomienda no llevar zapatos de tacón alto para evitar várices, que ocurren cuando los vasos sanguíneos de las piernas se han inflamado y retorcido. Las varices no permiten un flujo sanguíneo apropiado. Primero son una hinchazón molesta y, más tarde, se producen calambres a lo largo de la trayectoria de la vena.