Sería un tópico decir que hay tantos modelos de relaciones como parejas existen. Sin embargo, las necesidades, los intereses y los valores de hombres y mujeres cambian. Y, con ellos, también sus relaciones. El modelo de pareja tradicional ya no es el único. La sociedad se ha vuelto más tolerante y ahora existen otros modelos de parejas, aunque es verdad que sigue predominando uno: dos personas que se aman, se unen en matrimonio o como pareja de hecho y viven juntos para formar una familia.
Para los nuevos modelos de parejas ya no es imprescindible vivir juntos, ni tener hijos, ni tener distinto sexo o la misma edad, ni compartir religión o cultura. Siguen adelante, aunque no siempre es fácil hacer oídos sordos a familiares, amigos y compañeros de trabajo por no ser como las parejas consideradas normales. Para que no les afecten los prejuicios de los demás, estas nuevas parejas deben tener un vínculo muy fuerte entre ellos y, ambos, estar seguros de sus decisiones.
Vivir juntos por separado es una modalidad que gana terreno. Son parejas estables en las que cada uno vive en su propia casa. Es el caso de viudas que temen perder la pensión de viudedad si vuelven a casarse, o separados que ya vivieron una relación convencional no satisfactoria. Aunque tienen pareja y están bien con ella, necesitan su propio espacio personal. Son como novios eternos que comparten los mejores momentos, como viajes con amigos, fiestas, vacaciones,.. pero luego cada uno vuelve a su casa, a veces con sus hijos, y así no les atrapa la rutina.
Está visto que el patrón de la pareja tradicional no es garantía de éxito, existen otras modalidades, cómo las parejas interraciales, en una sociedad que cada vez es más multicultural. O las parejas reconstruidas, recompuestas tras haber dejado otras relaciones y donde cada miembro trae consigo su mochila sentimental.
También existen las parejas abiertas, en las que ambos miembros tienen libertad para tener relaciones sexuales con otras personas, sin sentimiento de posesión. Y hay parejas con diferencia de edad donde se combinan vitalidad y madurez (aunque, de esas, siempre hubo). O parejas ocasionales, que se unen y se vuelven a separar de forma esporádica. O aquellas que se basan en una amistad o unos intereses, más que en el amor romántico.
En fin, aunque existen infinitas posibilidades, hay un modelo a tener muy en cuenta: las parejas que están a prueba de forma permanente, nunca se acaban de comprometer y se toman la relación como algo provisional. Curiosamente, suelen durar más que algunos de los modelos que se lo toman "en serio".