Da mucha rabia que se estropee la cremallera de un pantalón, una falda o cualquier otra prenda que está todavía nueva y nos gusta. Pero, una vez pasado el enfado inicial, no tiraremos la pieza por una simple cremallera, ¿verdad? Pues, manos a la obra: cogemos nuestro costurero básico y vamos a coser una cremallera nueva.
Para cambiar una cremallera rota, primero la medimos con la cinta métrica. Vamos a la mercería y compramos una nueva de la misma longitud. En cuanto al color, puede ser el mismo o, ya que la cambiamos, podemos aprovechar para poner un color diferente, que esté de moda. Hoy en día se aceptan variaciones fuertes de color que antes nos habrían parecido una horterada y ahora se hacen a posta. Cuestión de gustos.
De vuelta a casa con nuestra cremallera nueva, descosemos la vieja usando la punta de la tijera para cortar los puntos que la sujetan, con mucho cuidado, no sea que cortemos también la tela. Retiramos los hilitos que hayan quedado hasta dejar la zona bien limpia. Tomamos la cremallera nueva, la abrimos e hilvanamos a cada uno de los lados de la pieza. Un hilván que, además de asegurarla, nos la va a presentar.
Si nos parece bien como va a quedar, elegimos de qué forma la vamos a coser: a mano, pasando puntos pequeños en ambas partes de unión de la prenda con la cremallera; o a máquina, de arriba a abajo, rematando el final. Hay quién elige hacerlo a mano, pues le parece que queda mejor y más asegurada, aunque coserla a máquina resulta más cómodo.
Pero es igual, a mano o a máquina el resultado va a ser el mismo: cremallera nueva y... ¡prenda salvada!