Nos han invitado a comer - Vida social

miércoles, 4 de agosto de 2010

Nos han invitado a comer



O a cenar. Que alguien nos abra las puertas de su casa y nos quiera obsequiar con una buena comida es todo un detalle, de los mejores. Significa que tiene una muy buena disposición hacia nosotros. En general, la comodidad y el ambiente relajado de este tipo de reuniones fomentan el diálogo, la complicidad y las buenas relaciones. Ante tanta amabilidad, ¿cómo nos comportamos?

Existe la costumbre de regalar una buena botella de vino o unos postres en señal de agradecimiento. Pero es algo delicado, porque puede que no vayan bien con el menú previsto, o que resulten ofensivos, si su calidad es muy superior a lo que los anfitriones habían preparado. En todo caso, lo más normal y educado es que acepten y agradezcan nuestro presente, pero no tienen ninguna obligación de servirlo a la mesa.


Tenemos varias opciones para ofrecer un regalo sin quedar mal. La primera: si hay mucha confianza, comunicamos a nuestros amigos que vamos a traer el vino o el postre, y les pedimos sus sugerencias y/o aprobación. Otra opción consiste en presentarse con algún dulce que no sea específicamente un postre, como unos bombones, o con una botella de cava. Y todavía una tercera opción, quizá la más elegante de todas: enviar un ramo de flores unas horas antes del evento, junto con una breve nota en la que se agradece su hospitalidad.

La verdad es que no necesitamos llevar ningún presente pero, si hemos decidido hacerlo, hay que entregarlo a la entrada, antes de pasar al salón, sin hacer ningún comentario ni esperar que nos lo hagan. Y, por supuesto, sin que se enteren los invitados. Si en la casa hay niños, podemos traerles algún detalle.

Si fumamos, lo mejor es dejarlo. Pero si no lo podemos evitar, al menos, debemos hacer dos cosas: primero, esperar hasta el café; segundo, pedir permiso a todas las personas presentes. Incluso con el permiso concedido, si hay alguien que no fuma en la sala deberíamos buscar otro espacio, por ejemplo, salir a la terraza. Si nadie más fuma, lo más correcto es aguantarse.

La sobremesa es el momento adecuado para conversar. No conviene alargarla más de una hora en un almuerzo o merienda, aunque se puede extender un poco más en una cena, si el día siguiente es festivo. Al marchar, hay que agradecer de nuevo la hospitalidad y despedirse también de todos los invitados.

Ya que hemos aceptado esta invitación, debemos corresponder con otra, no inmediatamente, pero sí en un plazo razonable, de unos dos meses como máximo. En un próximo artículo veremos cómo ser unos buenos anfitriones.


Ayúdanos a compartir esta entrada:
| Más