Con el acelerado crecimiento de la población mundial, crece también la preocupación por aumentar los recursos naturales para su alimentación. Esto es a pesar de que los campos nos dan cada año generosamente los alimentos necesarios.

Pero, ¿nos hemos parado a pensar que el hombre no sólo necesita alimentos y agua para vivir? Necesita también el oxígeno del aire para poder respirar. Y ¿quien siembra el oxígeno para que no falte el aliento a las personas?

Si todos los seres vivos consumimos oxígeno y nadie se encarga de reponerlo llegará un momento en que el aire esté tan viciado que no podamos respirar ni nosotros mismos, ni los animales, ni las plantas. Entonces, ¿volverá la tierra a ser como en su comienzo, un desierto sin vida?

Este cataclismo universal no llegará gracias a las plantas, que exhalan oxígeno durante el día y por la noche consumen el mismo que nosotros. De ahí la buena costumbre de sacar las plantas durante la noche, con el fin de que no vicien excesivamente el aire. En cambio, durante el día, contribuyen a enriquecer el ambiente, ya que la cantidad de oxígeno que exhalan es mucho mayor que el consumido por la respiración.

Todos los seres vivos consumen el oxígeno del aire y expelen anhídrido carbónico al respirar. Sólo las plantas absorben el bióxido de carbono y nos devuelven oxígeno, enriqueciendo el aire que nos permite seguir viviendo.