El paintball es un juego que anima al más tranquilo a enfundarse dentro del equipo necesario para evadirse un rato con actividad. Pero el hecho de necesitar una indumentaria concreta y un espacio mínimo, hace que el paintball no se practique más de lo que se practicaría. Hace unos días publicamos un artículo sobre sus inicios titulado "El paintball, juego y negocio".

Para empezar a jugar al paintball hace falta un grupo mínimo de gente y, como es difícil que todos los participantes tengan el equipo necesario, lo mejor es contactar con una empresa lúdica de actividades de aventura; es la mejor garantía para disponer de todo lo que haga falta y en las mejores condiciones.

Cada participante ha de vestir un mono para que las manchas de pintura no sean problema. El mono generalmente es de color negro o estampado de camuflaje. También hace falta un casco que proteja la cabeza de posibles impactos y, a la vez, sea transpirable; una máscara para los ojos y, evidentemente, una marcadora de pintura. Los escenarios más habituales para este juego son los bosques.

A partir de aquí, habrá que definir en qué variedad, de las que ofrece éste juego, decide participar el equipo. Las posibilidades son tantas como la imaginación quiera, pero los juegos estrella consisten en la división del grupo en dos equipos diferenciados, normalmente, por brazaletes de color en el brazo. Se juega a tomar la trinchera del equipo contrario, a obtener la bandera situada en un punto medio o, simplemente, a combatir contra el adversario.

Cualquiera que sea el juego, el factor determinante será la estrategia. Cada equipo ha de establecer un plan de ataque. En función del espacio en el que se desarrolle la partida el juego puede cambiar totalmente.

El paintball es un juego con el que sube la adrenalina y un buen remedio contra el estrés, en el que los participantes se animan a seguir jugando una segunda partida y las que haga falta, ya que como algunos dicen, la euforia que desencadena este juego puede ser, incluso, terapéutica.