Este es un ejercicio para aprender a controlar nuestros músculos abdominales. Con él, activamos el suelo pélvico, el vientre y la espalda. Para que resulte efectivo se debería realizar, al menos, tres veces por semana.

Con la espalda recta, nos sentamos con las piernas flexionadas. Apoyamos los pies totalmente en el suelo y nos agarramos las rodillas para erguir la columna vertebral, sentados sobre el hueso de la pelvis. Inclinamos el tronco desde las caderas un poco hacia atrás. Estiramos los brazos con las manos unidas.

Separamos lentamente los pies del suelo, manteniendo las piernas flexionadas hasta que encontremos el equilibrio. Elevamos las piernas hasta que queden paralelas con el suelo.

Seguimos respirando tranquilamente. Si los músculos de vientre empiezan a temblar intensamente, nos quedamos en esta posición. Si no tiemblan, podemos tensar aún más el vientre y controlar la postura de la espalda. Estiramos las piernas y, si es posible, también las puntas de los pies. El ángulo entre el tronco y las piernas debe ser recto, de 90º.

Mantenemos esta posición durante tres o cinco respiraciones. Después, flexionamos lentamente las piernas y apoyamos los pies en el suelo. Inclinamos el tronco hacia delante hasta que esté erguido. Respiramos profundamente y repetimos el ejercicio dos o tres veces más.