La propina está considerada un gesto de cortesía que muestra la satisfacción por algún servicio. Supone una parte sustancial en el salario de algunos profesionales de restaurantes, cafeterías y bares, peluqueros, mozos de hoteles, taxistas, repartidores...

La costumbre de dejar propina viene de la antigua Roma, donde se recompensaba con una copa de vino a los que iban a la asamblea. La palabra propina viene del verbo "propinare", que significa invitar a beber, con el tiempo esta invitación se substituyó por dinero.

En países cómo Finlandia la costumbre de dejar unas monedas no ha cuajado a causa de las tradiciones religiosas, que imponen la austeridad cómo estilo de vida. De todas formas nadie se quejará por recibir un dinero extra, por ejemplo, redondear el importe.

Otro ejemplo es la discreción china, que ha llevado a prohibir las propinas y, en todo caso, se aconseja dar un sobre cerrado con instrucciones para distribuir el dinero. Pero siempre será más bien recibido un agradecimiento a cada persona que nos ha atendido y también una carta al director del establecimiento alabando el servicio que hemos recibido.

El ejemplo extremo sobre las propinas lo encontramos en la ciudad de New York, donde no dejarla puede llevarnos a tener una bronca con el propietario y a que seamos invitados a volver a la tienda para dejar el porcentaje fijado.

La cantidad conveniente es una de las cuestiones más delicadas. Generalmente se deja entre un 10% y un 20% de la cuenta. Si se paga con tarjeta de crédito - lo que no es disculpa -, se puede pagar la propina en metálico o bien anotar una cifra a mano en la cuenta, para que nos la cobren sumada al importe de la factura.