El hombre ha de administrar sus recursos, no despilfarrarlos. No tenemos derecho a matar para divertirnos, o para saciar nuestra sed de sangre. Ni tampoco tenemos derecho a destruir ninguna especie animal ni a machacar su población hasta el punto de que se extinga; nos corresponde, en cambio, desempeñar un papel en el equilibrio de la naturaleza. Y si no lo representamos esta puede sencillamente olvidarse de nosotros.

Si el hombre cumple con su parte de la conservación de la naturaleza, no solo contribuye a mantener el equilibrio necesario, sino que, además, puede complementar su dieta con excelentes alimentos, ya que la carne de los animales salvajes es más rica en proteínas que el ganado doméstico o comercial.

El autentico hombre de campo es el que acepta su responsabilidad en esta materia, sobre todo en lo que respecta al modo correcto de cazar animales. Es imperdonable herir a un animal en vez de matarlo, por lo que no se debe utilizar un arma de fuego para la caza si no se tiene experiencia con el arma.

Las liebres y los conejos, constituirán una gran parte de la dieta del labrador autosuficiente. Las liebres no son tan fáciles de encontrar, pero son un magnífico plato en invierno. Si no está prohibido cazar ciervos donde vivimos conviene que aprovechemos esta circunstancia y comamos a base de la carne de ciervo durante muchas semanas.

Si las aves están protegidas, como pasa actualmente con casi todas las aves pequeñas, todavía podemos llevar a la mesa algún pato salvaje, perdíz o faisán; cazarlos en nuestra propia finca está permitido y las podemos atraer sembrando lo que les gusta.