Trampatojo, arquitectura fingida - Cultura y ocio

martes, 2 de octubre de 2012

Trampatojo, arquitectura fingida



La arquitectura fingida o trampantojo, aunque se utiliza desde la antigüedad, vivió su momento de máximo esplendor en el Barroco.

Todos los techos del Palacio Real de Madrid o de otros edificios barrocos decorados, en los que vuelan seres mitológicos que van adueñándose de gentes, o seres religiosos que vuelan en un cielo lleno de nubes, son puros trampantojos.

El ojo nos puede engañar

Hoy es uno de los tipos de arte mural más extendido, la trampa o ilusión con que se engaña al ojo simulando, aparentando, lo que no es. Con el trampantojo también se simulan paisajes y perspectivas con objeto de ocultar defectos en una pared o en una estancia.

El trampantojo o arquitectura fingida crea puertas, falsas escaleras que no llevan a ninguna parte, personas extrañamente paradas...

Esta técnica se utiliza habitualmente en las ciudades, muchas veces en aquellos edificios descubiertos por derribos. En ellos es difícil distinguir los balcones verdaderos de los falsos y donde acaba la obra y empieza la realidad.

En España, la mayoría de trampantojos se realizaron en los años 80, con autorías tan variadas como Antonio Mingote, Alberto Corazón o José Luís Tirado.


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