La palmera es un árbol que se identifica claramente por su aspecto, muy diferente al resto de árboles, tanto que en algunos casos le hemos negado el nombre de árbol. Las palmeras crecen sin que se engrose su tallo, no tienen ramas verdaderas y carecen de anillos anulares. Son plantas leñosas que, aunque en su estado adulto no crecen en grosor, producen madera y tienen porte arbóreo.
Las hojas de la palmera se producen en la extremidad del tronco; encontramos sus flores y frutos en medio de las hojas. El tronco de estas plantas crece primero en anchura y luego en altura. Tiene unas raíces delgadas y muy numerosas.
La mayoría de las palmeras desarrollan un grupo de hojas a partir de una sola yema terminal. No se ramifican. Algunas variedades de palmera presentan varios troncos que se unen en la base y que se desarrollan a partir de distintas yemas.
Estos árboles y algunas plantas afines, como dragos, yucas, pandanus y nolinas, son muy diferentes a los demás y están emparentados más bien con árboles frondosos, como magnolios, que con coníferas.
Su verdadero grupo botánico está compuesto por las plantas herbáceas de las orquídeas, el arroz, el trigo, la flor de ave del Paraíso, los lirios, el azafrán, los ajos, las cebollas y las yucas. Las palmeras son, naturalmente, las plantas de éste grupo que alcanzan mayores dimensiones.
Las palmeras son incompatibles con los climas fríos, con heladas y alta oscilación de la temperatura; por eso han quedado afianzadas en zonas cálidas y húmedas, donde las temperaturas no tienen cambios bruscos. Sobre todo las encontramos en regiones tropicales y en las subtropicales.