En muchos casos, las operaciones quirúrgicas no suponen una emergencia. Antes de pasar por el quirófano deberíamos hacer varias preguntas, por ejemplo, si la intervención es realmente necesaria o cuáles son las alternativas disponibles. En casi todos los tratamientos médicos hay beneficios y desventajas, la elección es nuestra. Por eso conviene informarse bien.

El médico de cabecera es quien nos puede proponer un cirujano o especialista que nos brinde una segunda opinión, aunque, si conocemos a alguien de confianza, nada nos impide consultarle. También debemos hablar con nuestro seguro médico, para saber si cubrirán el coste de la operación y de la segunda opinión.

Si decidimos consultar a otro profesional, vamos a asegurarnos de que nos envíen toda la información existente, para que no se tengan que realizar de nuevo los exámenes y análisis clínicos. En todo caso, siempre debemos informar al médico sobre nuestras alergias y problemas de salud.

Saber cuáles son los beneficios de la operación es primordial. Hablaremos con el cirujano tratando de ser realistas en cuanto a los resultados, pues una operación pocas veces lo resuelve todo. Tenemos que salir de la consulta, satisfechos con la información recibida, sabiendo por qué necesitamos la cirugía, cómo será la recuperación posterior y si existen otras alternativas.

También nos informaremos sobre el centro médico donde se va a practicar la operación, ya que algunas intervenciones tienen mayor éxito en hospitales o clínicas en las que se hacen con frecuencia. Igualmente, conviene saber qué tipo de anestesia se va a utilizar, si será local o general, y por qué. Hablaremos con el anestesiólogo sobre los posibles efectos secundarios.