Las cremas para el cutis no hacen milagros, aunque los anuncios se empeñen en insinuarlo. Debemos evitar el mal uso de algunos productos, ya que pueden causarnos desde nulos resultados hasta problemas dermatológicos. Sólo con una correcta aplicación y un buen mantenimiento podemos llegar a conseguir de una crema los efectos deseados.

Por ejemplo en la piel del rostro, la crema más cara no cumplirá las expectativas deseadas si no se aplica bien. Hay cremas de día, cremas de noche y tónicos faciales, que se deben utilizar con la piel bien limpia. Los productos específicos para cada zona de la cara tienen formulas distintas según el tipo de piel. Por ejemplo, no se puede utilizar el contorno de ojos para el resto de la cara, ni tampoco una crema exfoliante, que quita pieles muertas, cuando no hace falta.

Hay cremas para cutis seco, graso y mixto, pensadas para las necesidades de cada uno de ellos. Si elegimos mal no daremos a nuestra piel lo que requiere y no conseguiremos resultados. Por esto, antes de comprar cualquier crema debemos saber qué tipo de piel tenemos. Además, si queremos conseguir los objetivos debemos ser constantes. Por ejemplo, ninguna anti-celulítica o reafirmante hace efecto si no se aplica diariamente y durante un tiempo prolongado.

Cada edad requiere su fórmula. Podemos utilizar las cremas solo con la finalidad de hidratar, por ejemplo, después de la ducha. Pero no tendrán ningún efecto en la cara si no aplicamos una crema nutritiva. Este tipo de cremas aportan las vitaminas y los minerales necesarios para que las células se regeneren. De esta forma, se consigue evitar el envejecimiento prematuro, combatiendo las arrugas y la flacidez de la piel.