Si las cejas están bien dibujadas y además son naturales, pueden revivir la mirada y cambiar los rasgos de la cara. Lo ideal es que las depilemos al salir de la ducha, ya que el agua caliente ha dilatado nuestros poros y los pelitos salen con más facilidad. El espacio entre las cejas no debe ser más de un centímetro y medio. Así vamos a evitar que la nariz parezca más ancha.

Para depilar cada ceja, vamos a estirar la piel y arrancar pelo a pelo en el sentido que crece. Con movimientos precisos y rápidos, cogemos el pelo lo más cerca posible de la raíz con las pinzas y evitamos que se rompa. De izquierda a derecha y así seguimos una simetría con las dos cejas.

Encontraremos la longitud ideal de las cejas por medio de una línea imaginaria, si colocamos un lápiz o una regla que vaya desde la aleta de la nariz hasta el extremo externo del ojo en línea recta, cruzando la ceja, y desde el lateral de la nariz hasta el extremo interno del ojo.

El grosor depende de tamaño original de las cejas y de la forma que se les quiera dar. Es importante que el inicio de la ceja sea más grueso que el resto. El punto de inflexión, que es el más alto del arco de la ceja, coincide con el borde externo del iris cuando miramos de frente.

Si tenemos las cejas muy rectas, podemos redondearlas dejando un poco más de grosor en el inicio y en el extremo y, después, depilando ligeramente la parte superior de estos dos extremos. Para arreglar las cejas en forma de acento circunflejo, depilamos ligeramente la punta del acento. Si queremos evitar los remolinos, podemos depilar ligeramente el lado interno superior del comienzo de la ceja. Finalmente, las cejas poco pobladas se deben depilar poco, ya que podría quedar un trazo demasiado fino.

La cera templada permite hacer un trazado global de la línea. Aplicamos la cera en el sentido del pelo. Ponemos una pequeña banda vertical en el entrecejo. Se debe evitar la cera en la parte superior de la línea de la ceja. Si hay que depilar esta zona, quedará mejor con pinzas.