Cómo iniciar conversaciones - Vida social

martes, 21 de septiembre de 2010

Cómo iniciar conversaciones



A veces nos encontramos en situaciones comprometidas, en las que nos vemos obligados a iniciar una conversación con alguien a quien no conocemos de nada. Encontrar un tema y llevarlo con elegancia no es fácil. Al romper el hielo siempre corremos el riesgo de meter la pata o causar una mala impresión.

El recurso más popular es hablar del tiempo. Es un comodín que todos hemos usado alguna vez en diversas circunstancias. Sin embargo, dice muy poco sobre nuestra originalidad, capacidad de improvisación y riqueza intelectual. Para estos casos, deberíamos tener un repertorio algo más variado, además de practicar dos virtudes: discreción y tacto.

El arte de conversar

Un buen recurso consiste en hablar sobre algo que tengamos en común con nuestro interlocutor. Puede ser el motivo que nos ha reunido, la persona que nos ha presentado o el lugar donde nos encontramos. Por poco que reflexionemos, seguro que hay algún punto de conexión. Y, más que el tema de conversación, lo que de verdad rompe el hielo es la forma de abordarlo. Un rápido vistazo a la otra persona - sexo, edad, vestimenta - nos dirá que tono debemos emplear.

También es importante el ambiente. No es lo mismo una fiesta que un funeral. Entre estos dos extremos hay ambientes más formales y otros más distendidos. En el entorno profesional, por ejemplo, es bastante común recurrir a temas laborales. En cambio, fuera del trabajo sólo se puede usar esta temática como lanzadera o puente hacia otros temas menos formales.

Algo que debemos evitar siempre son los asuntos controvertidos, a no ser que queramos suscitar una polémica o discusión. La religión, la política y el sexo son las tres tentaciones prohibidas, pero también son difíciles de manejar las conversaciones sobre ideologías, tradiciones o deportes. Otros temas delicados son los referidos a las enfermedades o cuestiones íntimas.

Una vez iniciada la conversación, no hay que acaparar el uso de la palabra. Conviene escuchar y adaptarnos, si la otra persona cambia de tema. Si no lo dominamos, siempre es mejor excusarnos con firmeza y cortesia que hacer el ridículo. En todo caso, hay tres cosas que debemos evitar a toda costa: las indiscreciones, las críticas a terceros y el egocentrismo. Nada suena peor que contarle nuestra vida a la gente, aunque alguna anécdota suelta pueda caer bien, si es divertida y breve.


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