Nuestro cuerpo está programado para vivir de 110 a 120 años, pero la expectativa de vida, en buenas condiciones, ronda los 83. Si llegamos a esa edad, habremos vivido tres cuartas partes de lo que nos toca. ¿Qué pasa con el resto? ¿Hay remedio?
Los factores que pueden elevar nuestra calidad de vida y alargarla son de tres tipos: genéticos, ambientales y, sobre todo, relacionados con el estilo de vida. Sobre los dos primeros factores podemos hacer poco. Sin embargo, nuestros hábitos dependen casi exclusivamente de nosotros, y son los que más influyen en la longevidad (Véase el artículo "Oxígeno y vejez").
La relajación y el descanso son esenciales para regenerar nuestro organismo. En cambio, el estrés y la falta de sueño aceleran el envejecimiento cerebral. Las hormonas producidas por el estrés pueden matar nuestras neuronas. Además, el miedo, las fobias, la ansiedad y la depresión provocan desajustes metabólicos y problemas inmunológicos. O sea que, para vivir más y mejor hay que aprender a relajarse. Lo curioso es que, cuando somos bebés, sabemos relajarnos de forma natural (como se ve en la foto) pero, tal como vamos creciendo, lo vamos desaprendiendo.
Una parte fundamental de la relajación es la cantidad y calidad del sueño. Mientras dormimos nuestro organismo se regenera, el cerebro descansa, recargamos energía y eliminamos desechos. El reposo contrarresta el estrés del día anterior y, literalmente, nos renueva para una nueva jornada.
Mientras dormimos, la sangre fluye sin problemas por todo el cuerpo. Esto, unido a la inactividad y a la posición horizontal, relaja todas las piezas del organismo. El aspecto físico mejora después de un buen descanso y nos levantamos "como nuevos".
Por otra parte, el sueño de calidad beneficia la piel, el cabello y los músculos. En cambio, la falta de sueño produce radicales libres y hace que la piel pierda su brillo natural. Dormir bien es, por tanto, uno de los mejores tratamientos de belleza, y encima es gratis. El descanso y la relajación alargan la vida y, además, nos hacen parecer más jóvenes.