Cuando pensamos en hacer un disfraz, podemos tener problemas para adaptar nuestras ideas a los materiales que hay en el mercado. A veces es mejor pensar a qué disfraz se pueden adecuar los materiales que ya tenemos, alguna ropa vieja, otra que hace tiempo teníamos guardada y no nos vamos a poner nunca...

Si abrimos el armario veremos ropa que hace años tenemos apartada, pero nunca nos deshacemos de ella. Seguro que le podemos sacar provecho. Por ejemplo, podemos aprovechar aquellos pantalones viejos y gastados. Los rompemos un poco más, los manchamos con pintura roja y tenemos medio disfraz de zombi para el Carnaval.

Algunas camisetas del verano pasado están viejas y rozadas. Las hemos llevado mucho, y muy a gusto. Ahora nos van a servir, podemos mancharlas y roerlas más. Tomamos también una sudadera vieja o una chaqueta, pues aún hace frío en éste mes.

Buscamos las zapatillas deportivas más viejas y gastadas que tengamos, aquellas que ya hemos dejado de utilizar, pero que guardamos por algún motivo. Tambien las hemos llevado muy a gusto y nos duele tirarlas. Ahora les vamos a dar un final feliz.

Utilizamos las pinturas de carnaval: el color amarillento dará a nuestra piel el aspecto moribundo que necesitamos; con el color negro nos pintamos unas ojeras pronunciadas y con el color rojo nos mancharemos los labios y la barbilla como si fueran restos de sangre después de un banquete macabro.

Despeinados, cuanto más mejor, con el pelo enmarañado y, si podemos, dándole un aspecto sucio, poniéndonos mucha gomina para que se vea grasoso. Si tenemos la melena larga, podemos cardarla y enredarla. !Y a la fiesta!