La vitamina A - Nutrición

martes, 29 de noviembre de 2011

La vitamina A



La vitamina A forma parte de algunos alimentos de origen vegetal (zanahorias, espinacas, verduras de hoja verde) y otros de origen animal, como las vísceras - especialmente, el hígado - y las grasas. También está en los huevos, la leche y sus derivados. Se trata de una sustancia orgánica que pertenece al grupo de los alcoholes. Es imprescindible para la visión y para el desarrollo de algunos tejidos. Pero en exceso puede acarrear problemas.

La vitamina A hace que podamos ver en la semioscuridad y asegura las buenas condiciones de algunos tejidos en el organismo, sobre todo, la piel y las mucosas. También es necesaria para favorecer el crecimiento, para que las heridas cicatricen y para que curen las enfermedades infecciosas.


Un exceso de vitamina A nos puede causar una intoxicación aguda con nauseas, vómitos y dolor de cabeza. Incluso puede ser la causante de un estado de coma. También puede provocar una intoxicación crónica con pérdida de peso y de apetito, insomnio, fatiga y picores. Por el exceso de vitamina A, nuestra piel puede mostrarse seca y los huesos de las extremidades pueden sufrir hinchazón dolorosa.

La falta de vitamina A produce ceguera nocturna, falta de lágrimas y una descamación progresiva de la cornea. Si no se corrige, esta descamación puedes ser causa de úlceras cornéales e infecciones oculares, que pueden desembocar en ceguera. Debido a la falta de vitamina A aparecen infecciones, catarros, diarrea y problemas en cabello y uñas. Vale la pena llevar un control, ¿no?

Las zanahorias contienen mucha vitamina A, que estimula el nervio óptico, por ello se dice que va bien para la vista. Pero la vitamina A se destruye con la cocción. Los alimentos solo conservan su poder vitamínico si se consumen crudos. Además de ser buena para la vista, la vitamina A protege los tejidos del organismo cuando están inflamados. En una faringitis, por ejemplo, es una gran ayuda para recuperar la normalidad.

Si mantenemos una alimentación equilibrada, como en el caso de la dieta mediterránea, no corremos el riesgo de que el organismo sufra un exceso o una falta de vitaminas.


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