El ciclamen es una de las plantas de interior más apreciadas y agradecidas. Conocida como violeta de los Alpes, en nuestro jardín necesita un lugar sombreado mientras que, en casa, se conforma con que la coloquemos en un lugar claro y fresco.

Florece en los meses de enero a diciembre. Su patria está en las zonas Alpinas: crece en los montes de Europa central, en la región mediterránea, en el Cáucaso y en Grecia.

Unos consejos útiles a la hora de comprar la violeta de los Alpes o ciclamen: debemos tener cuidado que en la planta no hayan salido ya todas las flores. El bulbo debe tener el mayor número de capullos, apuntando en su parte interior.

La violeta alpina no soporta el calor excesivo. Su temperatura ideal son los 14º C, con mucha luz y mucho aire puro. Hay que tener precaución al regarlas y dejar el bulbo seco. Cada dos semanas hay que añadirles un poco de abono. Para arrancar las hojas y las flores marchitas les hacemos un movimiento giratorio. Si se cortan hojas, se producen fácilmente en el bulbo puntos de putrefacción.

En el jardín podemos disfrutar de las violetas alpinas, que florecen en parte durante la primavera y lo vuelven a hacer durante el otoño. Requieren un suelo arcilloso y arenoso, pero con humus. En ningún caso con estancamientos de agua. Les viene muy bien el sol y las sombras movedizas de los follajes claros.

Durante los meses de invierno es recomendable cubrir las violetas con ramaje de pino para protegerlas de las heladas. Nunca las debemos cubrir de broza vegetal o follaje, ya que se pueden dañar enseguida los bulbos por putrefacción, sobre todo si no están bastante hundidos en la tierra.

Cuando las plantas han acabado su época de floración e inician un periodo de descanso, desapareciendo durante un tiempo, conviene marcar el lugar donde están los bulbos. De esta forma evitaremos cavar allí y dañarlos al remover la tierra.