Según se dice, de entre las tres cosas que deberíamos hacer a lo largo de nuestra vida, una es plantar un árbol. Sobre las otras dos hay distintas versiones; pero, para el tema del árbol, si forma parte de nuestros deseos, podemos dar un par de consejos.

Para plantar un árbol hay que esperar a que se den las condiciones climáticas adecuadas. Mientras no pase esto, depositamos el árbol en tierra, en un lugar protegido, plantándolo inclinado en el suelo, o lo dejamos en un cobertizo. Hay que mantener las raíces en paja húmeda hasta que se plante el árbol en un lugar oportuno.

Ya puestos en la tierra en la época propicia, si las raíces del árbol están secas, las empapamos en agua el día anterior a la plantación. Colocamos una capa de mantillo en un hoyo profundo y clavamos un tutor, que guiará al árbol cuando nazca para que no se tuerza, (como en la vida misma).

Mezclamos la tierra con turba y rellenamos en torno a las raíces. Sacudimos el árbol para sentar la tierra y eliminar bolsas de aire. Afirmamos la tierra con los pies y volvemos al hoyo el resto de la tierra, afirmándola de nuevo. Si nos parece necesario podemos ponerle algún fertilizante a la tierra.

Regamos bien la tierra en torno a las raíces y le ponemos paja, un lecho de turba, mantillo u hojas descompuestas, para protegerlas.

Para finalizar, sujetamos la parte alta del tallo al tutor con una banda plástica o con una atadura especial que podamos ajustar para que el árbol tenga una guía.