Es bueno conocer nuestro cuerpo, saber qué necesita en cada momento, qué podemos hacer por él y, así, por nosotros mismos.

Podemos hacer un auto masaje al ponernos una crema en las piernas, cualquiera que sea el objetivo, (hidratar, tonificar, etc.), siempre empezando por el tobillo e ir subiendo poco a poco, realizando movimientos circulares hacia arriba. Al llegar al muslo, podemos insistir en la zona donde tiende a acumularse la celulitis.

Liberamos de impurezas los poros de la piel del cuerpo, a la vez que podemos masajearlo, estimulando la circulación sanguínea con un guante de crin justo antes de la ducha. Hacemos este masaje en seco, salvo si tenemos la piel deshidratada o sensible, en cuyo caso es mejor emplear un cepillo de cerdas suaves dentro de la ducha. Este masaje es más indicado en invierno que en verano.

Nos damos un masaje en las manos con crema. Usamos el índice y el pulgar de una mano en la contraria y describimos pequeños círculos desde la punta de los dedos hasta la muñeca.

A causa de los cambios de temperatura, la nariz puede enrojecerse, incluso inflamarse ligeramente. Para evitar este efecto de nariz de payaso, aplicamos un poco de crema en las manos y masajeamos la nariz, dándonos pequeños golpecitos para que mejore también la circulación sanguínea.

Para olvidarnos de la jaqueca, podemos acariciar nuestras sienes con la yema de los dedos, oprimiéndolas suavemente, con los ojos cerrados. Hacemos círculos con los dedos, lentamente, 6 veces. Presionamos las sienes 5 segundos y repetimos la operación.

Podemos hacer los masajes, además de con cremas, con aceites curativos preparados con hierbas o con frutos secos. Por ejemplo, para revitalizar o dar tono a la piel podemos utilizar aceites de almendra, cacahuete, oliva, coco o albaricoque.